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Bruno fotografía de Gonzalo Hurtado Araya |
LA FIEBRE DEL ORO
(Rere 1826)
Buscar el oro en el pan
en la harina, en el molino,
en la hoz y en la espiga segada.
Buscar el oro en el viento
que barre los trigales.
Buscarlo afiebradamente
en el sol del ocaso y del alba,
en el canto matutino y hermoso
de las aves en sus nidos.
Buscar el oro donde no lo hay
porque sólo allí se le hallará.
Buscarlo en las almas,
en los libros, en las bibliotecas,
en los reencuentros y en las despedidas.
Buscarlo en el último aliento
o en la mirada fija y perdida
con que el moribundo acepta su fin.
Buscar el oro en el oro,
desentrañar la veta esquiva
a uña, rabia y cincel,
apartarlo de su pureza,
de si mismo y su esencia.
Buscar el oro en la sangre,
en el nervio y en la calma.
Buscar el oro en los sueños,
entre objetos perdidos y olvidados.
Buscarlo en el amor
y perderse en castillos imaginarios,
en ruinas gloriosas y antiguas
mientras estallan volcanes
y las olas arrasan las costas
de ciudades espléndidas
que jamás llegaremos a conocer.
Encontrar el oro y nombrarlo
en lenguas muertas u originarias,
hacerlo misterio, palabra, conjuro
y poema que sacie
la sed, el hambre
y la tristeza infatigable
del que busca el oro.
A Vicente Sanhueza
Album de Familia
2016
EL ALMA HUELE A MANZANAS
Hay cosas que se saben
o llegan a saberse
sin saber como se saben.
Hay también las cosas
que no se saben
y que ocurren o se adueñan
de nuestras vidas y realidades
con fuerzas de verdad
como si fueran sabidas.
El fuego del saber
se alimenta de tristeza y dolor.
Por estos escurre la palabra
que descifra, designa o señala
las condiciones de un paisaje.
Ese margen o territorio.
ese mapa mental y real
en que el cuerpo dolido
conoce su circunstancia de cuerpo;
a ese bosquejo o hilván
le llamamos vida.
Colmamos de deseo e intensidad
ese espacio breve
donde en agonía y duras penas
sobreviven el hastío y el hartazgo.
Por arriba demasiado cielo,
astros, aves, luz,
noche, viento, lluvia e inmensidad.
Por abajo tierra, semillas, fuego,
mar, tumbas y caminos.
Por dentro ideas y sueños,
melancolía, incertidumbre y ardor.
Hasta que alguien viene
a morir en nuestra casa
en nuestro secreto mundo
aunque creamos saber no sabemos
y por gracia de esa muerte
que traspasó nuestra frontera
sólo entonces, nos es dada
una voz propia, una lengua materna
que contiene la totalidad de nuestro universo.
Esa muerte devela el misterio
de todo aquello que quisimos ser y saber
y que sin medida como un cataclismo,
como un amor que anhelamos eterno
nos dice que el alma
que nos abandona y desaparece
hacia un lugar que no es lugar,
nos deja en la habitación
solos y con tan sólo
un tenue aroma a manzanas.
A Malvina Sanhueza
Album de Familia
2016
EXAMEN DE MÚSICA
¿Es música el tañir de campanas
que anuncia misa de difuntos
por un familiar querido?
¿Es música el golpe certero
del hacha haciendo astillas
mientras a través de la ventana
y sobre el techo de tejas
vemos y oímos lluvia tupida?
¿Es música el disparo de una carabina
y luego otro y otro más
y el eco en la lejanía
y los ladridos y carreras
de una jauría de perros
persiguiendo a un puma o una liebre?
¿Es música el borboteo en la vertiente,
el canto de las piedras en el estero,
el crujido de las poleas en la noria
y el granizo hiriendo las hojas de los árboles?
¿Es música el galope de caballos,
los golpes de fusta
y los martilleos silbantes
del herrero contra el yunque?
¿Es música el silbido de los pinos,
el crujir de los troncos en el temporal
y el silbido frenético de los chucaos?
¿Es música la ola estallando en el roquerío,
el graznar de las gaviotas,
la certera zambullida de un pelícano.
la resaca y la espuma que lavan
los pies entumidos en la playa?
¿Es música el lento escurrir
de los remos a la laguna,
de las gotas de rocío
desde las ramas a la tierra
y el zumbar de las colmenas?
¿Es música la contemplación de un incendio,
el paso de una estrella fugaz
o el sobrecogimiento de un eclipse
o el simple e infinito conteo de los astros?
¿Es música el chicotazo de la caña de pescar,
el crepitar de la fogata
y el chirrido del aceite hirviendo en una paila?
¿Es música el tamborileo ansioso
con los dedos en el pupitre
mientras se espera el recreo
y la algarabía de los niños
con las mejillas enrojecidas
empujándose desde el patio a los pasillos
cuando el timbre de la escuela
anuncia que los juegos tienen su fin?
¿Es música el recordar taciturno
o la idea acariciada de la felicidad
y la memoria del tiempo ya ido
y la nostalgia del porvenir?
¿Es música el aliento cansado
del que muere y en su último esfuerzo
susurra un adiós que suena a amor y miedo?
¿Es música el silencio?
¿Es música la música?
¿Es música el poema?
A Germán Ochoa Estrada
Album de Familia
2016
MILLARES DE VIDRIOS AZULES
La última imagen que
ven los ojos del que muere
es la fractura del cielo
y una lluvia de cristales azules
cayendo estrepitosamente
sobre la tierra entera.
El paraíso y el infierno
de todo hombre
sucede en el deambular
ansioso e interminable
de la búsqueda de los trozos caídos
y el afán fatuo y leve
de un alma sin cuerpo
que intenta recomponer
el cristal roto del cielo.
Ese éter luminoso
que nos separaba en vida
de la intemperie oscura
de nuestros actos fallidos,
de nuestras debilidades,
de las fatigas y derrotas
con las que como una conciencia
nos observa el ojo severo
de la eternidad.
A Arsenio Sanhueza
Album de Familia
2016